Habitaron la zona de la punta de Atacama y las zonas argentinas limítrofes. La región de Atacama constituyó su hábitat natural. Alrededor de la localidad de San Pedro de Atacama, formaron una de las culturas más avanzadas y desarrolladas del mundo prehispánico. Vivieron en las quebradas cordilleranas, frente al desierto.
Su economía era avanzada y tuvieron múltiples actividades; entre ellas: la agricultura (la papa, el camote, el maíz, la quinoa y los frejoles); la ganadería, para alimento y transporte (llamas y alpacas); trabajos de cestería y metalurgia (oro, plata, cobre y bronce), hilados y tejidos. Comerciaron la producción de estos productos con la costa y el altiplano.
Para subsanar la carencia de tierras fértiles, usaban el sistema de terrazas de cultivo en las laderas de quebradas y cerros, regando a estos por medio de canales de regadíos.
Se organizaron en comunidades agrícolas y familiares, denominadas Ayllus y para comunicarse, tenían un idioma propio, el Kunza.
Fueron un pueblo de baja estatura: el promedio era de 1,60 MT para los hombres y 1,45 MT. para las mujeres.
Los Atacameños tuvieron diversas etapas de desarrollo cultural e influencia externa, las que se han clasificado de la siguiente manera:
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San Pedro I (500 a.C. al 300 d.C.): Caracterizada por una cerámica roja pulida, de formas globulares y de vasos cilíndricos, cántaros grandes y urnas con rostros estilizados, cerámicas grises. Durante esta fase la metalurgia y otras artesanías ya han alcanzado un notable desarrollo. Es posible encontrar vasijas foráneas, lo que denota contactos con otros pueblos.
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San Pedro III (900 d.C. al 1500 d.C.): En esta categoría, encontramos la influencia del imperio incaico, que se demuestra en la cerámica rojo-violácea y en los Pucarás, verdaderas fortalezas de piedra (los principales fueron Turi, Chiu-Chiu, Quitor y Lasana).
Los Atacameños creían en la vida sobrenatural y, por tal motivo, enterraban a sus muertos con sus mejores ropas y con sus utensilios personales.
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